Por: Wendy Mora
Columnista del Nuevo Diario.-
En una sola palabra podría decir que fue un viaje de aventura donde el factor sorpresa estuvo presente desde nuestra salida hasta nuestro regreso.
En el trayecto fue maravilloso volver a esta provincia rica por su biodiversidad de ecosistemas, pasar de lo cálido y árido a lo húmedo y frio de la montaña, hasta su pico más alto llegamos un grupo de periodistas motivados por las actividades que íbamos a realizar y por descubrir un lugar que para muchos nos era ajeno.
El factor lluvia estuvo presente desde nuestra subida y esto fue quizás lo que nos cambió los planes por completo, pero ¿Cómo quejarnos de la madre naturaleza? Asumí una de las frases más populares que dice la canción “la lluvia no para mi fiesta” y a pesar del mal tiempo y del lodazal que trajo consigo el aguacero, con capa en mano realizamos el recorrido a pie junto a los coloridos gagá, batón ballet y de las manifestaciones culturales propias de esta comunidad.
Les confieso que aproveché y en el primer colmado que pude compré mis botas de “obrera” de goma color negro, altas que son utilizadas en construcciones y que son muy populares entre la comunidad, pues a tan solo RD$ 375.00 que para mí fue una ganga, me las puse y hasta “chic” me sentía, todo por evitar ensuciar mis pies en el inclemente lodo.
La idea era agotar una apretada agenda que iba desde hacer la ruta del café, ver el proceso de elaboración para finalizar en la noche con un concierto para la comunidad con artistas como José Duluc, Pavel Núñez, el Clasicon, Milka la más dura y muchos más.
Solo alcanzamos a ir al concierto y disfrutar de los artistas que pudimos, para regresar a un lugar de ensueño y es que lo que más disfrute fue la cabaña donde nos hospedaron, el lugar era mágico, su infraestructura converge con la naturaleza de una manera sin igual, amplia y con las comodidades de la ciudad en pleno corazón de la naturaleza.
Allí la tertulia para muchos de mis compañeros se extendió hasta el amanecer, donde fueron pasando de un tema a otro sin darse cuenta, ya en la mañana solo escuchaba los cuentos y las historias que contaron.
Definitivamente lo gocé, disfruté cada momento de mi día y medio en Polo, Barahona, aprendí que las cosas pasan por algo y que con buena cara se logra convertir cualquier situación incómoda en una experiencia divertida, que lo más importante es la compañía y que tu actitud hará de cualquier salida lo que tú decidas…
¡Gracias Roldan, gracias Johan, en lo particular yo la pasé súper!
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