Todavía está a la espera de apoyo el reconocido galerista y mecenas del arte nacional Marcial Frías, quien quiere ayudar a la juventud y niñez del barrio Luperón a través de la enseñanza de las artes plásticas y el dibujo.
Marcial Frías con esta acción pretende agradecer el apoyo que recibió cuando del maestro de la plástica José Vela Zanetti con quien se inició de ayudante a la poca edad de 11 años.
Fue de Vela Zanetti que el Buen Marcial aprendió sus primeras lecciones de arte, viéndolo trabajar aprendió a diferenciar colores, líneas texturas y con el impulso de lo aprendido regenteó por más de tres décadas la legendaria sala de arte Giotto desde donde apoyó las entonces jóvenes promesas de la pintura de los años 70´s y 80´s está buscando apoyo para continuar su labor en el barrio Luperón donde reside.
Se siente extraño y hasta molesto cuando alguno de los muchachos curiosos del barrio se le acerca para preguntarle si su casa es un museo.
La razón es que Marcial Frías no se acostumbra a no estar relacionado con el arte y tiene todas sus paredes, tapizadas de obras de artistas de todos los calibres del país, y sobre todo, muchos dibujos que atesora con la convicción de que “si no hay dibujo no hay creación en una obra”.
La mayoría de esas obras fueron realizadas por destacados artistas plásticos del país, que le rindieron un homenaje en el Museo de las Casas reales, por el apoyo que recibieran del mismo en sus inicios.
Varias generaciones de artistas crearon obras especialmente para El buen Marcial, desde el Maestro Cestero, Geo Ripley, Alberto Bass, Nidia Serra, Milán Suero, Miguel Gómez, Ángel Haché a la que hay que incluir otros 30 artistas.
Miguel Gómez motorizador de ese homenaje sostiene que “nuestro buen Marcial merece el reconocimiento no solo de los artistas que tuvieron en él un símbolo de energía y entusiasmo, sino del gobierno dominicano y del resto de la sociedad”.
A pesar de haberse iniciado con el maestro Prats Ventós y haber hecho una carrera como animador cultural, galerista y promotor voluntario de las artes plásticas nacional y de haber regenteado su propio negocio (Giotto) en la Avenida Meriño de la Zona Colonial, el Buen Marcial vive en un marco de muchas precariedades.
Con la humildad que ha sido norte en su vida, Marcial Frías, no pide nada para él, dice que quiere ayuda para iniciar un proyecto de acercamiento al arte con los niños de ese y otros barrios cercanos .
Sin embargo, el pintor Miguel Gómez y el comunicador Junior McCabeth consideran que El Buen Marcial debe ser primero reconocido por “ese mecenazgo que prohijó tantos artistas” y luego pensionado,” ya que sin haber sido contratado por el estado no necesitó ni contrato ni sueldo para hacer lo que hizo”.
De la labor de Marcial Frías pueden dar constancia afamados maestros de la pintura como Guillo Pérez, Candido Bidó, Freddy Javier, Alonso Cuevas y muchos otros que “Marcial contribuyó a orientar y consolidar su práctica, con el mismo respaldo solidario que hoy precisa, pero que no reclama, sino que merece”, sostiene Gabino Rosario.
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